jueves, 18 de septiembre de 2008
martes, 16 de septiembre de 2008
Ley de la Simplicidad 4:
4. CONOCIMIENTO.
El conocimiento lo simplifica todo.
Estoy empezando a dudar si estas Leyes de la simplicidad de Maeda son efectivamente simples. Y es que me demoré un poco tratando de digerir y entender lo que quería decir con esto del Conocimiento. No es que no la haya comprendido; tampoco soy bruto. Lo difícil fue tratar de sacar conclusiones útiles para un creativo publicitario.
Precisamente Maeda habla del difícil proceso del aprendizaje y de cómo este puede resultar tedioso y ser percibido como una pérdida de tiempo. Lo cual infringe la Tercera Ley (Tiempo). Es decir: el aprendizaje es una complicación.
Hace un tiempo tuve un debate aparentemente absurdo con un amigo de la agencia sobre si uno conduce un automovil por reflejo o es consciente de cada movimiento al manejar. Aunque no recuerdo en qué quedo esa discusión, me parece un excelente ejemplo sobre el aprendizaje.
Como amarrarse los pasadores, aprender a conducir es un proceso sumamente tedioso. Sólo cuando uno ha dominado el automovil con la constante práctica (como amarrarse los pasadores), se convierte esto en algo muy fácil de hacer, tanto que pasa a ser un acto aparentemente inconsciente.
Es ese proceso de aprendizaje lo que puede llevar a muchos a sentir complicación. Nuestra misión como comunicadores es simplificar esos procesos de aprendizaje o incluso integrarlos o eliminarlos. Aquí lo que pude extraer para lograrlo:
Utilizar el Deseo
El aprendizaje se realiza mejor cuando existe el deseo por adquirir un determinado conocimiento. Ninguno de nosotros hubiese aprendido a conducir sin tener la motivación de ese irrefrenable deseo de libertad que nos otorga el automovil.
Motivación y recompensa.
Ambas pueden ser de índole intrínseca (por el noble fin del conocimiento en sí mismo, motivación que muy pocos tienen en realidad) o extrínseca, como un premio (llámese nota, estrellita en la frente o dinero en efectivo) Ambas son necesarias y pueden ser aplicadas en un proceso de aprendizaje para hacerlo más deseable y que por lo tanto sea percibido como más simple.
Motivación puede traducirse en reto. Un aprendizaje puede ser mejor asimilado si lo planteamos como un desafío. Un ejemplo singular son todas estos realitys como "Survivor Man" o "A prueba de todo" donde los protagonistas son sometidos a desafíos reales en apariencia para poner a prueba sus conocimientos y desafiarlos. Sin llegar a esos extremos, es posible que este enfoque nos sirva para plantear por ejemplo, mecánicas de promociones o avisos educativos donde por lo general tratamos de ser didácticos abusando de las frases tipo “sólo tienes que…”
Evitar la angustia
Un nuevo MP3 o un DVDplayer suelen venir con manuales de marca o esquemas que pecan de fríos y nos generan angustia. Asímismo, iniciar la relación con un cliente bombardeándolo de estadísticas y charts generan el mismo efecto. La angustia se genera cuando uno es sometido a demasiada información por asimilar en poco tiempo, o poco espacio. Los esquemas si bien son necesarios para planificar la información, no deben dejar de ser amistosos como ocurre en este angustiante ejemplo:
Maeda plantea lo que llama “el método del diseñador”. Los mejores diseñadores reconocen y capitalizan el conocimiento de las personas para hacer los aprendizajes más intuitivos. Los mejores diseños son aquellos que manipulan códigos familiares para los usuairos. El mejor ejemplo es el ícono de carpeta de los sistemas operativos Windows y MacOS. Hay que despertar en la gente esa sensación de “¡Ah! ¡Ya habia visto esto antes!” en el usuario potencial de nuestro proyecto.
Los publicistas somos especialistas en manipular códigos visuales y conocimientos comúnes. Lo que muchas veces olvidamos es que nuestro trabajo depende totalmente de la educación. Una sociedad mejor instruida nos asegura un publico más receptivo. Es una realidad que debemos afrontar en el Perú. Mientras no mejoré la educación, la gente no tendrá el suficiente conocimiento que nos permita mensajes más elevados, sugerentes o sútiles. Hasta entonces el truco estará como escuché alguna vez por allí, en ser "brillantemente obvios".